Desafíos: Un comic bien hecho

Por: Pablo Luna

No puede hacerse una crítica adecuada del comic de Rodicab sin ubicarla en su contexto y circunstancia.

Acerca del autor

Miembro de La Pluma Cómic lanza primer cómic book costarricense. El joven historietista Ronald Díaz Cabrera “Rodicab”, miembro fundador de La Pluma Cómic (división de La Pluma Sonriente Internacional) acaba de lanzar al mercado la obra de 78 páginas Desafìos, el primer cómic book de un solo autor realizado y editado en Costa Rica. La obra, de carácter épico, contiene una apasionante historia de artes marciales cuyo guión fue desarrollado en su totalidad por el citado autor.

Rodicab es el pseudónimo de Ronald Díaz, un joven guanacasteco que desarrolló sus talentos en forma completamente autodidacta en un ambiente hostil al arte. Por allí cabe destacar el mérito de ser un sobreviviente en una situación adversa.

Su primera aparición conocida en medio impreso, se da con un capítulo de 4 páginas en la revista Camaleón número 3, año 1, de noviembre de 1997, titulado “Rodicab el guerrero metálico”. Era un trabajo donde ya se observaba su talento como dibujante, en una historia de ciencia ficción con una influencia muy marcada del comic de los años 1980s, donde los personajes parecían salidos de la historieta de Battletech de Malibú Comics, debido a la similitud en el concepto gráfico. Ya en este comic, introducía la cinética de las artes marciales y los paisajes rocosos, las planicies, quizá inspirados en algún paraje de la tierra que vio nacer su expresión artística.

Contacto:

Ronald Díaz

APDO: 319-5000

Liberia Guanaste, Costa Rica

rodicab@costarricense.cr

El comic Desafíos

Este antecedente permite observar el proceso de evolución y los elementos comunes, en relación con el comic book titulñado “Desafíos”. Esta es la primera historieta publicada en Costa Rica con el formato de comic book, que llega a nuestras manos, gracias al apoyo del conocido artista Oscar Sierra.

La narrativa

Desafíos desarrolla una historia en la cual se nota cierta influencia de “Saint Seiya” (serie conocida como “Caballeros del Zodiaco”) al inicio y de “Dragon Ball Z” en las etapas subsiguientes, debido al tipo de situaciones que involucra.

Sin embargo, no llega a caer en la imitación burda, sino que lleva al lector con fluidez a lo largo de un guión, que si bien no presenta situaciones emocionales, ni viajes introspectivos que caractericen a los personajes en profundidad, ni situaciones excepcionalmente nuevas y creativas, transporta al expectador a lo largo de un trayecto refrescante de entretenimiento, sin que existan incoherencias, cabos sueltos, ni brechas que pudieran interrumpir la historia.

Es una narrativa donde no sobra, ni falta nada. No tiene un guión ambicioso, pero logra su cometido. Y por eso está bien hecha.

Las artes

Los dibujos poseen un acabado similar al comic de los años 80, tiempo en que no habían efectos digitales. Tiene el mérito de ser hecho completamente a mano y de haber sido coloreado directamente sobre el papel, lo cual nos lleva a los tiempos donde las artes eran producto del puro talento manual.

De esta forma, Rodicab sigue por la senda adecuada. El uso de la herramienta digital, sin el uso de la habilidad manual de dibujo y de color, generalmente no brinda resultados tan buenos. Además, destaca cómo, al avanzar las páginas, los dibujos comienzan a mejorar significativamente.

Los personajes

La similitud gráfica de los protagonistas, respecto de conocidos personajes de video juegos, es evidente. A nivel de diseño gráfico tiene un parecido con los luchadores “King of Fighters”. Quizá esta es la única debilidad notable del autor, por cuanto pareciera que requiere aún de un proceso de investigación más amplio en cuanto a cortes de cabello y diseño de modas, áreas en las que no es particularmente creativo, aún. Sin embargo, si se considera que su trabajo es fruto del trabajo autodidacta, es posible comprender por qué ocurre esta situación.

El dibujo de los personajes tiende a ser fotorrealista, un poco al estilo del comic americano, lo cual hace que no se sienta una marcada influencia del anime en su obra, y eso le ayuda a preservar su estilo propio.

La cinética y la expresión facial fueron plasmados en forma apropiada. Excepto en muy contadas ocasiones, las poses suelen ser muy naturales.

Tintas y color

En general, el dibujo usa líneas de valor constante, no recurre mucho al uso de texturas, lo cual es válido. En el tratamiento de las texturas se observa que procura conservar líneas hechas a lápiz, pero evita caer en el abuso. El abuso de algunos autores neófitos, al tratar de conservar todas las líneas del dibujo a lápiz, generalmente crea la sensación de un dibujo “sucio”, situación que no se presenta en la obra de Rodicab.

Excepto por el uso de textura en forma ocasional, en general usa áreas planas, como en los dibujos animados, y no usa muy frecuentemente el contraste del claroscuro, que usualmente se presenta en el comic americano. En la aplicación de color se observa una marcada influencia de los dibujos animados, en virtud de la cantidad de zonas de penumbra que utiliza. Claro está, el mérito que tiene es que el color es aplicado directamente sobre el dibujo, de una manera completamente manual.

Quizá la única página donde el problema de acabado se nota más, es la portada, por cuanto el dibujo original parece ser de un tamaño muy similar al de la portada. Ello es evidente en el grosor de las líneas, y en general, aunque el color de la portada está muy bien, las tintas podrían estar mejor en lo que se refiere al personaje de Yanis.

Conclusión

De esta forma, con una gran cantidad de fortalezas y unas pocas debilidades, una narración entretenida que cumple su papel, aunque marcada por influencias aún muy visibles, es posible pensar que la obra de Rodicab es un remix de varias corrientes, que no cae en la burda copia. Para ser su primera obra, el resultado es muy aceptable, y las opiniones de los lectores seguramente serán muy favorables.

Definitivamente es una obra que merece tenerse, no sólo por su valor de ser el primer comicbook, no sólo por ser el producto de un autor autodidacta, sino también porque como producto es una obra bien hecha, que entretiene y que se puede apreciar con gusto, ya sea por el consumidor que busca mero entretenimiento, o por el estudioso del noveno arte.